desde la escuela os queremos transmitir la importancia de la literatura infantil.
Podemos establecer vículos mucho más estrechos con nuestros pequeños si sacamos un ratito por la noche para leerles un cuento antes de dormir.
Aquí va nuestra recomendación sobre un cuento que nos habla de la importancia de la familia:
La familia roedora
En
la orilla de una granja vivía una familia de ratones integrada por los padres y
dos hijos que siempre permanecían unidos y compartían sus problemas. Se hacían
llamar la familia R, por ser ratones y roedores. Una mañana de verano salieron
a un día de campo. Los dos hermanitos ratones pidieron permiso a sus padres
para ir a jugar un poco más lejos. La señora les dijo que sí pero les
recomendó:
—Tengan
mucho cuidado, porque por allí anda un gato.
—¿Un
gato? ¿Qué es eso? —preguntaron los hermanos.
—Un
animal grande con bigotes —respondió el padre mientras veía irse a los
pequeños.
Los
dos ratoncillos se alejaron llenos de curiosidad por conocer a ese animal
bigotudo, pues jamás lo habían visto.
—Me
muero de ganas de verlo para divertirme con él —dijo la niña ratona.
Andando
llegaron hasta la cerca y del otro lado alcanzaron a ver al felino. Éste se
acercó y comenzó a mirarlos. A los dos hermanos el gato les pareció muy
chistoso y comenzaron a burlarse de él, porque era distinto a ellos. Lo que más
les divertía eran sus bigotes y sus orejas paradas.
—Gato
flaco, gato flaco, vamos a darte para un taco —le decían entre carcajadas.
El
gato no se movía y sólo los veía fijamente, poco a poco se estaba enfureciendo.
De repente, intentó saltar la cerca para ir sobre los ratones. Sin embargo, no
lo logró y cayó como un pequeño costal. Los ratoncillos lloraban de la risa.
—Mira
cómo temblamos, mira cómo temblamos —lo desafiaban.
El
minino no se quedó conforme. Intentó saltar una y otra vez hasta que lo logró y
empezó a corretearlos. Muy asustados, los ratoncillos se desplazaban a toda
velocidad hasta que llegaron donde estaban sus padres.
—¡Papá,
mamá, corran, porque el gato viene para acá y nos va a comer! —gritaron a coro.
Mamá
ratona tenía mucho miedo pero decidió hacer algo para salvar a su familia. Se
paró de manos, esperó al gato y cuando éste llegó lo miró a los ojos. Parecía
que en cualquier momento el gato daría el zarpazo para atraparla, pero entonces
ocurrió algo sorprendente. Mamá ratona tomo aire y empezó a ladrar como un
feroz perro:
—¡Guau,
guau, guau!
Muy
asustado, el gato salió corriendo de allí y la familia R quedó a salvo.
Ya
en la noche, cuando todos estaban descansando en sus camas, mamá les explicó:
—¿Lo
vieron? El estar unidos y apoyarnos mutuamente nos ayuda a superar las mayores
dificultades. Para eso sirve la familia ¿no es verdad?
Papá
ratón los miró con ternura y los sorprendió con una ocurrencia:
—¡Miau!
Hoy aprendí a maullar por si un día nos ataca un perro. En esta familia cada
quien tiene su propio talento —advirtió antes de arroparlos bien en sus camas.
--Podéis ver más en http://www.fundaciontelevisa.org/valores/cuentos/cuento-de-famili/#sthash.TqhLxLaE.dpuf
La familia roedora
En la orilla de una granja vivía una familia de ratones integrada por los padres y dos hijos que siempre permanecían unidos y compartían sus problemas. Se hacían llamar la familia R, por ser ratones y roedores. Una mañana de verano salieron a un día de campo. Los dos hermanitos ratones pidieron permiso a sus padres para ir a jugar un poco más lejos. La señora les dijo que sí pero les recomendó:—Tengan mucho cuidado, porque por allí anda un gato.
—¿Un gato? ¿Qué es eso? —preguntaron los hermanos.
—Un animal grande con bigotes —respondió el padre mientras veía irse a los pequeños.
Los dos ratoncillos se alejaron llenos de curiosidad por conocer a ese animal bigotudo, pues jamás lo habían visto.
—Me muero de ganas de verlo para divertirme con él —dijo la niña ratona.
Andando llegaron hasta la cerca y del otro lado alcanzaron a ver al felino. Éste se acercó y comenzó a mirarlos. A los dos hermanos el gato les pareció muy chistoso y comenzaron a burlarse de él, porque era distinto a ellos. Lo que más les divertía eran sus bigotes y sus orejas paradas.
—Gato flaco, gato flaco, vamos a darte para un taco —le decían entre carcajadas.
El gato no se movía y sólo los veía fijamente, poco a poco se estaba enfureciendo. De repente, intentó saltar la cerca para ir sobre los ratones. Sin embargo, no lo logró y cayó como un pequeño costal. Los ratoncillos lloraban de la risa.
—Mira cómo temblamos, mira cómo temblamos —lo desafiaban.
El minino no se quedó conforme. Intentó saltar una y otra vez hasta que lo logró y empezó a corretearlos. Muy asustados, los ratoncillos se desplazaban a toda velocidad hasta que llegaron donde estaban sus padres.
—¡Papá, mamá, corran, porque el gato viene para acá y nos va a comer! —gritaron a coro.
Mamá ratona tenía mucho miedo pero decidió hacer algo para salvar a su familia. Se paró de manos, esperó al gato y cuando éste llegó lo miró a los ojos. Parecía que en cualquier momento el gato daría el zarpazo para atraparla, pero entonces ocurrió algo sorprendente. Mamá ratona tomo aire y empezó a ladrar como un feroz perro:
—¡Guau, guau, guau!
Muy asustado, el gato salió corriendo de allí y la familia R quedó a salvo.
Ya en la noche, cuando todos estaban descansando en sus camas, mamá les explicó:
—¿Lo vieron? El estar unidos y apoyarnos mutuamente nos ayuda a superar las mayores dificultades. Para eso sirve la familia ¿no es verdad?
Papá ratón los miró con ternura y los sorprendió con una ocurrencia:
—¡Miau! Hoy aprendí a maullar por si un día nos ataca un perro. En esta familia cada quien tiene su propio talento —advirtió antes de arroparlos bien en sus camas.
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La familia roedora
En la orilla de una granja vivía una familia de ratones integrada por los padres y dos hijos que siempre permanecían unidos y compartían sus problemas. Se hacían llamar la familia R, por ser ratones y roedores. Una mañana de verano salieron a un día de campo. Los dos hermanitos ratones pidieron permiso a sus padres para ir a jugar un poco más lejos. La señora les dijo que sí pero les recomendó:—Tengan mucho cuidado, porque por allí anda un gato.
—¿Un gato? ¿Qué es eso? —preguntaron los hermanos.
—Un animal grande con bigotes —respondió el padre mientras veía irse a los pequeños.
Los dos ratoncillos se alejaron llenos de curiosidad por conocer a ese animal bigotudo, pues jamás lo habían visto.
—Me muero de ganas de verlo para divertirme con él —dijo la niña ratona.
Andando llegaron hasta la cerca y del otro lado alcanzaron a ver al felino. Éste se acercó y comenzó a mirarlos. A los dos hermanos el gato les pareció muy chistoso y comenzaron a burlarse de él, porque era distinto a ellos. Lo que más les divertía eran sus bigotes y sus orejas paradas.
—Gato flaco, gato flaco, vamos a darte para un taco —le decían entre carcajadas.
El gato no se movía y sólo los veía fijamente, poco a poco se estaba enfureciendo. De repente, intentó saltar la cerca para ir sobre los ratones. Sin embargo, no lo logró y cayó como un pequeño costal. Los ratoncillos lloraban de la risa.
—Mira cómo temblamos, mira cómo temblamos —lo desafiaban.
El minino no se quedó conforme. Intentó saltar una y otra vez hasta que lo logró y empezó a corretearlos. Muy asustados, los ratoncillos se desplazaban a toda velocidad hasta que llegaron donde estaban sus padres.
—¡Papá, mamá, corran, porque el gato viene para acá y nos va a comer! —gritaron a coro.
Mamá ratona tenía mucho miedo pero decidió hacer algo para salvar a su familia. Se paró de manos, esperó al gato y cuando éste llegó lo miró a los ojos. Parecía que en cualquier momento el gato daría el zarpazo para atraparla, pero entonces ocurrió algo sorprendente. Mamá ratona tomo aire y empezó a ladrar como un feroz perro:
—¡Guau, guau, guau!
Muy asustado, el gato salió corriendo de allí y la familia R quedó a salvo.
Ya en la noche, cuando todos estaban descansando en sus camas, mamá les explicó:
—¿Lo vieron? El estar unidos y apoyarnos mutuamente nos ayuda a superar las mayores dificultades. Para eso sirve la familia ¿no es verdad?
Papá ratón los miró con ternura y los sorprendió con una ocurrencia:
—¡Miau! Hoy aprendí a maullar por si un día nos ataca un perro. En esta familia cada quien tiene su propio talento —advirtió antes de arroparlos bien en sus camas.
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La familia roedora
En la orilla de una granja vivía una familia de ratones integrada por los padres y dos hijos que siempre permanecían unidos y compartían sus problemas. Se hacían llamar la familia R, por ser ratones y roedores. Una mañana de verano salieron a un día de campo. Los dos hermanitos ratones pidieron permiso a sus padres para ir a jugar un poco más lejos. La señora les dijo que sí pero les recomendó:—Tengan mucho cuidado, porque por allí anda un gato.
—¿Un gato? ¿Qué es eso? —preguntaron los hermanos.
—Un animal grande con bigotes —respondió el padre mientras veía irse a los pequeños.
Los dos ratoncillos se alejaron llenos de curiosidad por conocer a ese animal bigotudo, pues jamás lo habían visto.
—Me muero de ganas de verlo para divertirme con él —dijo la niña ratona.
Andando llegaron hasta la cerca y del otro lado alcanzaron a ver al felino. Éste se acercó y comenzó a mirarlos. A los dos hermanos el gato les pareció muy chistoso y comenzaron a burlarse de él, porque era distinto a ellos. Lo que más les divertía eran sus bigotes y sus orejas paradas.
—Gato flaco, gato flaco, vamos a darte para un taco —le decían entre carcajadas.
El gato no se movía y sólo los veía fijamente, poco a poco se estaba enfureciendo. De repente, intentó saltar la cerca para ir sobre los ratones. Sin embargo, no lo logró y cayó como un pequeño costal. Los ratoncillos lloraban de la risa.
—Mira cómo temblamos, mira cómo temblamos —lo desafiaban.
El minino no se quedó conforme. Intentó saltar una y otra vez hasta que lo logró y empezó a corretearlos. Muy asustados, los ratoncillos se desplazaban a toda velocidad hasta que llegaron donde estaban sus padres.
—¡Papá, mamá, corran, porque el gato viene para acá y nos va a comer! —gritaron a coro.
Mamá ratona tenía mucho miedo pero decidió hacer algo para salvar a su familia. Se paró de manos, esperó al gato y cuando éste llegó lo miró a los ojos. Parecía que en cualquier momento el gato daría el zarpazo para atraparla, pero entonces ocurrió algo sorprendente. Mamá ratona tomo aire y empezó a ladrar como un feroz perro:
—¡Guau, guau, guau!
Muy asustado, el gato salió corriendo de allí y la familia R quedó a salvo.
Ya en la noche, cuando todos estaban descansando en sus camas, mamá les explicó:
—¿Lo vieron? El estar unidos y apoyarnos mutuamente nos ayuda a superar las mayores dificultades. Para eso sirve la familia ¿no es verdad?
Papá ratón los miró con ternura y los sorprendió con una ocurrencia:
—¡Miau! Hoy aprendí a maullar por si un día nos ataca un perro. En esta familia cada quien tiene su propio talento —advirtió antes de arroparlos bien en sus camas.
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